No quería que llegara el partido Argentina-Corea. Pregúntenselo a quien quieran, todo lo que deseaba es que mi querido país y Corea no se vieran las caras hasta avanzado el mundial - o, de ser posible, que no se enfrentaran nunca y punto. Pero el destino no lo querría así.
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Acaba te terminar el partido, victoria de Argentina en un 4-1 que nos dejó sin aliento. Porque no sólo se trató de un partido tenso, sino que los humores en mi sala de estar también estaba a flor de piel... si creen que lo van a aguantar, les recomiendo encarecidamente que la próxima vez que vean un partido de fútbol lo hagan al lado de alguien que apoye al equipo contrario.
No creí que iba a ser así. Pensaba, "oh, cómo voy a reaccionar... me va a salir la vena patriótica en cualquier momento", pero no sucedió. Al primer gol lo aguanté estoicamente, con mi padre gritando "SÍÍÍÍÍ!!!! GOOOOOL!" a mi lado. Al segundo, sus gritos de triunfo se fundieron con mi increíblemente agudo "NOOOOOOOOOOO!". Me comenzó a doler la espalda. No me podía acomodar. Les gritaba a los Diablos Rojos como si hubiera crecido apoyándolos, insultaba a los argentinos, a mis argentinos, a los que pocos atrás había apoyado con bombos y platillos. Cuando llegó el gol de Corea... debo de haber sido la única en 10 cuadras a la redonda que gritó de euforia - con las manos extendidas hacia el techo, mientras que mi padre se agarraba la cabeza.
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Te vas de acá. Te vas a tu habitación a ver el partido, me dijo él, completamente serio. Tuve que rogar para que me dejara quedarme. Hay cosas con las que no se bromea. Volvés a gritar y.... "Sí, sí, papá, de ahora en más me quedo callada". No cabía en mí de la alegría que sentía. ¿Bandera blanca y celeste? ¿Dónde? ¿Odieyo?
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Pero lo que me convenció sucedió en los primeros instantes del descanso. Siempre me olvido que los equipos cambian de lado en el segundo tiempo... cuando empezó, sorprendida, dije:
- Ah, ahora tenemos el otro arco...
- Y claro, siempre es así.
Mian habnida, papá... cuando dije "tenemos", mis ojitos estaban mirando a los coreanos, no a Argentina. He cambiado de bandera ._. Puede que mi país esté de fiesta, pero para mí, la victoria es agridulce.