Primero que nada, les cuento que ésta es la misma entrada subí en Asia Street un par de días atrás, así que si alguno de ustedes ya la leyó, perdón por no traer material nuevo.
Ahora sí; para los que esperaban mis revisiones de I’m A Legend, me disculpo: no voy a continuar con ellas. Me encanta el drama y es un gusto verlo (con sus ocasionales frustraciones), pero simplemente no es tan interesante hablar de él. En cambio, encuentro a Sungkyunkwan Scandal mucho más entretenido para escribir… y cuando uno tarda la cantidad de horas que yo tardo en escribir una revisión lo mejor es que realmente te guste hacerlo.
Así que, sin más, comenzamos con el primer episodio, la “Primera Lección”. Recuerden: si no quieren (o no tienen tiempo), pueden ir hacia el final de todo, a Comentarios, para leer mi versión libre de spoilers.
Primero me gustaría destacar que el género de este drama no es “sageuk” – es decir, de época – 100% puro; de hecho, estamos frente a un espécimen defusion sageuk, como Hong Gil Dong, pues las caracterizaciones de los personajes, del diálogo y de la arquitectura no son, lo que se dicen, completamente fieles al periodo histórico en el que se representan. Esto lo cuento por si alguno de ustedes siente interés por el drama pero no se atreve a verlo porque no le gustan los sageuks.
Segundo… comienzo a entender porqué la Universidad de Sungkyunkwan no quería que su nombre fuera asociada al drama, y es que la representación de la noble e ilustre institución no podría ser más “escandalosa” – y es precisamente en medio de los escandalosos comportamientos de los aspirantes a estudiantes de la ancestral escuela que nuestra historia tiene su inicio.
Lección 1
Gastando bromeas, correteando en el mercado, flirteando con cortesanas, o buscando desesperados algún talismán o inspiración de adivinos que los ayude a pasar los exámenes de servidor civil, cualquier rastro de virtud, castidad o “tranquila y serena reflexión del estudio” brilla por su ausencia.
Y si en la actualidad los estudiantes hacen compra y venta de exámenes escondidos en los baños de los colegios y las facultades, en la época Joseon las cosas no eran tan diferentes – aunque había que ir un poco más lejos, porque sus instalaciones higiénicas no eran tan privadas como las nuestras.
Dos estudiantes se encuentran en una librería, uno de ellos volviéndose loco porque el texto (que tendría que haber hecho) necesario para su examinación civil aún no ha llegado, y el otro irritado por la llegada del siguiente volumen de su, ejem… serie de interés.
“Esto no está bien. Si has desatado el vestido… deberías dejarlo caer,también.
Cómo te atreves a parar allí, ¿eh? Hombre cruel.”
El salvador, proveedor del remedio a las ansiedades de los muchachos estaba ligeramente tarde, y en cuanto llega el estudiante necesitado asalta el bolso con su cargamento, buscando los preciados apuntes. Sin embargo, cuando el imitador – de rasgos y manos particularmente femeninas, nota su compañero – revisa los libros que ha traído, recae en que los apuntes no están en ningún lugar; se le han caído en el camino.
El estudiante pierde la poca cordura que le queda y parece listo a exigir sangre, pero el imitador le pide 30 minutos y el dueño de la librería, conocer de sus habilidades, logra retenerlo. En efecto, pasa el tiempo justo y en media hora el talentoso muchacho tiene otra copia lista – había memorizado los contenidos del cuaderno entero.
El estudiante no lo puede creer, y lo acusa de escribir cualquier cosa, pero su compañero (quien es claramente quien lleva las riendas en la situación) toma los apuntes en sus manos y los alaba, determinando que son perfectos.
Nuestro imitador, ni tonto ni amedrentado, exige el dinero justo por su trabajo: 2 nyang – 3 nyang si quiere además un pequeño diccionario para entender las frases más complicadas escritas en hanja – recordemos que en aquella época el alfabeto utilizado eran caracteres chinos.
Este trabajo, ciertamente, no es ilegal… pero tampoco es lo que se dice ético, y como pronto nos damos cuenta de la integridad moral del imitador, es una incógnita el por qué tiene semejante profesión.
En otro lados, nos encontramos con quien quizás sea el último “hombre incorruptible” del Joseon – Lee Sun Joon, que todo lo que tiene de íntegro lo tiene también de mojigato, remilgado, relamido y ñoño.
(Son todos sinónimos de lo mismo).
Sun Joon es inteligente, lo sabe y se siente en confianza – pero aquellos que no se encuentran en su mismo nivel intelectual (o en su escala moral) son calificados como “menos” y mira desdeñoso sus desesperados remedios y ayudas para el examen. Uno de sus compañeros, por ejemplo, está recolectando hebras de cabello de las mentes más brillantes y así elaborar un talismán que seguramente lo ayudará; cuando le muestra el resultado de su duro esfuerzo (cazando cabezas descuidadas, es decir, en vez de aprovechar ese tiempo y estudiar), Sun Joon agarra el mechón de cabello y, con cara de piedra, los suelta para que el viento se los lleve. Se explica diciendo que así no está dependiendo de su propio esfuerzo, sino de mera suerte.
“No me importa si me odias.
Sin embargo, no toleraré que digas que estoy equivocado.”
De seguro tuviste muchos amigos en tu adolescencia. Con un carácter tan amable… ¿Cómo no podría ser así?
De vuelta en la librería, el dueño (el Señor Hwang) le pregunta a nuestro imitador por qué no toma el examen él mismo, al ser tan obviamente inteligente y capacitado. Éste reniega de la ocurrencia, como si semejante idea fuera un insulto, y explica que no tiene la menor intención de asociarse con “idiotas que ni siquiera hacer sus propios deberes”. Además, de la forma en la que vive ahora consigue dinero.
El Señor Hwan aprovecha este comentario para llevarlo al sótano de la librería, donde nos encontramos con un auténtico cuartel de escribanos trabajando afanosamente de hojas de respuesta. La opinión del librero es que, ya todos en el mundo son corruptos y obran haciendo trampa, al menos debería sacar partido y algún provecho de ello.
El trabajo ofrece una paga increíble, le explica – y si se presenta el día del examen y llena las respuestas por un estudiante, puede conseguir hasta 100 nyang en un día, un equivalente a tres años de su actual trabajo como transcriptor. El imitador se niega en redondo.
"Hay dos cosas que nunca haré. La primera es robarle a alguien su sustento de vida; la segunda, apaciguar a oficiales del gobierno luciendo una falsa máscara de honor. Si tomo el examen en lugar de alguien más, ¿no estaría haciendo ambas? No es algo que un hombre debería hacer.”
Antes de regresar a casa, y en la privacidad de un almacén, confirmamos la verdadera identidad del inteligente muchacho, que de hecho es una muchacha, y bastante bonita además – Kim Yoon Hee. Se hace evidente la otra razón por la que jamás podría entrar en Sungkyunkwan, y es que la academia es territorio exclusivo de hombres.
(Por cierto, no les parece que Park Min Young aquí se parece mucho a Eugene?)
Al regresar, se encuentra con una desagradable sorpresa esperándola: unos rufianes, liderados por un noble – ante el cual nadie puede hacer nada – están causando alboroto frente a su casa, exigiendo el dinero de una deuda que no pueden pagar. Yoon Hee, cuyo sentido del honor y justicia no ha cambiado junto a su apariencia, se apresura a reclamar, indignada, si es así como un noble debe comportarse para con alguien pobre y sin poder. El hombre la observa, interesado, y lejos de prestar atención a sus palabras declara que a menos que logren juntar 100 nyang, será mejor que su madre la venda para pagar las deudas.
Esta deuda (como no podría ser de otra manera en el mundo de los kdramas) ha sido contraída para pagar las medicinas de su débil, enfermizo hermano, Yoon Shik. Yoon Shik no puede hacer mucho para sustentar a la familia y el padre de ambos ha fallecido tiempo atrás, por lo que es la inteligente Yoon Hee quien trae casi todos los ingresos a casa. Forzando una fachada feliz, intentando borrar las sombrías expresiones de los rostros de su familia, Yoon Hee asegura que han tenido mucha suerte porque en su trabajo le han ofrecido el adelanto de todo un año – justo lo suficiente para poder pagar el reclamo del hombre.
Qué coincidencia, qué suerte, ¿será un llamado del destino que la deuda llegue justamente a la misma cantidad de dinero que el Señor Hwang mencionara antes en la librería? No han pasado ni un par de horas que ya te encuentras en la necesidad de comerte tus palabras, Yoon Hee – y será mejor que las saborees, porque la familia no tiene suficiente comida para llenar los estómagos de los tres, y tú, como la gran, desinteresada protagonista mártir que eres mientes y les aseguras que ya has comido más que suficiente en el camino.
(Perdón por el desvío, pero francamente, este asunto de la naturaleza sacrificada de las protagonistas me tiene bastante irritada, y no puedo evitar soltar un gran monólogo sarcástico cada vez que veo un drama donde aparece… lo que tristemente sucede demasiado seguido para mi gusto).
Yoon Hee regresa a la tienda de libros y explica que ha cambiado de opinión, ante lo que el dueño no podría estar más feliz. Nos adelantamos hasta el día del examen, cuando el Señor Hwan le repite una vez más la clave que la ayudará a reconocer a su necesitado cliente. Yoon Hee, preocupada, le pregunta por el castigo que reciben los que infringen las reglas – y el Señor Hwang, asegurándole que seguramente no le sucederá nada, porque “hoy en día así es como se solucione todo en todos lados”, comenta como si nada que el castigo es una paliza de 200 golpes, más o menos.
Yoon Hee… yo me lo pensaría dos veces.
Las palabras del Señor Hwang, sin embargo, no son exageración alguna: por donde quiera que se vea, la corrupción está en todos lados. Sun Joon, con sus reprobadores ojos de águila, avista notas escondidas en pinceles caligráficos huecos (vaya que estaban avanzados los estudiantes del Joseon! xD), substitutos para los estudiantes escurriéndose por aquí y por allá, cuadernos de notas escondidos entre las mangas, o directamente mangas escritas con todos los datos, guardas y profesores comprados con monedas en cada esquina.
Yoon Hee recibió un plano junto a un dibujo del cliente para reconocerlo, y al contar, determina que el estudiante necesitado de sus servicios es nada más ni nada menos que Sun Joon. Se acerca a él, nerviosa, y dice la contraseña – ante la cual él responde con una ligera variación pero que es lo suficientemente aceptable (Sun Joon, pensando que Yoon Hee le estaba haciendo una pregunta honesta, responde de acuerdo a sus vastos conocimientos literarios).
Más tranquila, procede a ofrecerle su material – en la manga oculta una pila de rollos, cuyo precio es equivalente a la cantidad de respuestas correctas. 20, 30, hasta 50 nyang, y el ingreso está asegurado. Sun Joon dice entonces 50 nyang, y el rostro de Yoon Hee se ilumina. “Sabia opción,” empieza a decir ella, cuando él continúa…
“… para aquellos que reportan substitutos en los exámenes,
50 nyang es la recompensa.”
JAH! Ya me estás cayendo bien, Sun Joon. Yoon Hee desfallece y, mientras para su terror Sun Joon levanta la mano y llama a los guardias, rebusca el mapa y el dibujo. Resulta que confundió a Sun Joon, dueño de un minúsculo punto en el labio (qué vista!), con Wang, el estudiante del lunar gigantesco que había estado coleccionando hebras de pelo antes. Si eso no es error craso, Yoon Hee…
Yoon Hee pide clemencia por sus actos y comienza a explicarle todas las razones por las que se vio llevada hasta ese punto. Haber perdido a su padre, tener a un hermano enfermo, ser responsable por la familia… la mirada de Sun Joon vacila unos instantes y parece que va a compadecerse de ella, incluso se gira a mirarla, y le dice “Ya que esas son tus circunstancias… espero que después de esto te vuelvas una nueva persona” – JAH! de nuevo.
Yon Hee baja la cabeza, derrotada, y espera a su castigo. Cuán grande es su sorpresa, pues, cuando llegan los guardias y un instructor y al preguntar quién es el que está haciendo trampa, Sun Joon se levanta y dice que todos allí son deshonestos:
“Los otros estudiantes y yo, tomando el examen aquí, y usted, señor. Sin darse cuenta que vender conocimientos es una desgracia, aquellos que sólo tienen ojos para ganar dinero, son unos. Los estudiantes que sólo se preocupan por escribir las respuestas correctas, y que son indiferentes a la corrupción alrededor de ellos, son los segundos. Y además, los oficiales e inspectores que aceptan todo esto como una mera costumbre, y el ministro que preside todo esto, son terceros. Su crimen… ¡no puede ser tomado a la ligera!”
Escuchan mi risa? No? Pues me estoy riendo. Mucho. Esto sí que es ser inflexible al extremo. Sun Joon se convierte así en una especie de salvador poco convencional para Yoon Hee, que aprovecha la distracción para escabullirse.
El ministro se sulfura y exige a los guardias que saquen a Sun Joon de allí, no sin antes preguntarle quién es – para darle un castigo adecuado. Su boca queda cerrada como por arte de magia cuando éste le dice su nombre, y el ministro ata los cabos. Nuestro soberbio muchacho es el hijo de una familia noble muy poderosa; el ministro no puede hacer más que balbucear.
(La cara del ministro NO TIENE PRECIO)
Ante sus palabras el oficial en jefe (el de blanco y negro) sonríe y concuerda con que sus palabras son muy correctas y acertadas, por lo que, con el permiso del ministro, el examen se congela y se buscan a todos los infractores.
Así, diezmados los estudiantes y con un ambiente mucho más silencioso, el examen vuelve a tomar lugar y Sun Joon lo completa en un santiamén.
Cuando lleva sus papeles a los oficiales, el jefe dice que lo ha hecho perfectamente, y después le pregunta, divertido, si acaso él mismo ha utilizado un nuevo método de trampa. Para su mortificación (y gracia de todos los demás presentes), Sun Joon tiene algo escrito en la parte de atrás de su traje.
Se trata de un mensaje que Yoon Hee escribió en sus ropas, mientras todos estaban muy concentrados en sus propios exámenes. El coraje de la muchacha (bueno, el “muchacho”) para regresar a la escena del crimen es admirable, y más aún lo son sus palabras y el ingenio que la llevó a escribirlas.
Formula el discurso simulando que es él quien lo ha escrito, y habla de la hipocresía de las altas clases, preguntándose por qué los que venden escrituras para comprar arroz son llamados “ladrones”, mientras que a los que venden escrituras para comprar conocimientos se los conoce como “ciudadanos leales”. Al final, termina escribiendo “Yo soy el mayor ladrón de todos” – refiriéndose el ‘Yo’, claro está, a Sun Joon.
Mi admiración se vio considerablemente mermada cuando, al salir, Sun Joon se tropieza con un cordón atado a un tubo, tubo mediante el cual Yoon Hee (que contra todo sentido común aún no ha desaparecido) le estaba pasando las respuestas a Wang. Sun Joon rastrea el cordón hasta las afueras del complejo, y cuando Yoon Hee es confrontada, suelta todo y sale corriendo.
Lo que sigue es una persecución por las calles atestadas de gente. En un momento Yoon Hee se tropieza y prácticamente se cae, pero es rescatada a tiempo por uno de sus conocidos de la librería – el muchacho de los libros “maduros”, Goo Yong Ha. Con sus ojos siempre analíticos, Yong Ha la observa detenidamente mientras está en sus brazos, y yo estoy dispuesta a apostar una pata y una pezuña a que ya se ha dado cuenta de su verdadero género.
(Joong Ki-ah… eres un placer para mis ojos, Song Joong Ki…)
La comitiva que detuvo a Sun Joon y que permitió (accidentalmente) el escape de Yoon Hee está liderada por Ha In Soo, el presidente del cuerpo de estudiantes de Sungkyunkwan, un personaje carente de sentido de humor, muy ambicioso, y que mis sentidos arácnidos presentimientos me dicen nos va a terminar molestando.
Los bufones de In Soo no desperdiciarían la oportunidad de molestar a Sun Joon por no seguir las reglas y caminar moderadamente. Lejos de agachar la cabeza, sin embargo, Sun Joon pide perdón por su error y a la vez los critica por andar pavoneándose por ahí, regodeándose de su estatus como estudiantes de Sungkyunkwan. Sun Joon, tan sutil como un elefante, insulta a In Soo y compañía – pero In Soo es lo suficientemente controlado como para dejarlo pasar con una advertencia/amenaza velada.
La distracción ha permitido que Yoon Hee lleve una amplia ventaja, y a Sun Joon le cuesta alcanzarla. En un momento la pierde de vista, y entonces encuentra una figura tapada con una capa de mujer. Sun Joon echa un vistazo al rostro de la “mujer” y ve una cara parecida a la de su presa, pero la dama le da un cachetazo y le pregunta qué es lo que está haciendo.
Fiel a su sentido del honor, Sun Joon se disculpa de inmediato y hace un paso atrás. Sin embargo, realmente ES Yoon Hee – y eso es lo que hace que su disfraz sea tan perfecto.
De camino a casa, Yoon Hee comienza a sentirse avergonzada por sus actos – más allá de todas las palabras con las que defienda sus acciones, ella tampoco está orgullosa de ellas. Y su madre tampoco.
Después del revuelo en Sungkyunkwan, alguien pasó por su casa a dejar la tablilla de identificación de su hermano y un par de los rollos que Yoon Hee llevaba consigo. Su madre está furiosa por el riesgo que su hija había corrido, pero por sobretodo se siente decepcionada y culpable. Debería haberla detenido cuando comenzó a hacerse pasar por Yoon Shik para conseguir su medicina… jamás debería haber dejado que Yoon Hee considerara la idea de hacerse pasar por hombre – no cuando las consecuencias podían llevarla incluso a la muerte.
Sin embargo, ésta será la última vez: de ahora en más vivirá como una mujer. “Sólo las gisaengs (acompañantes, prostitutas) tienen un propósito para sus habilidades para escribir. En tu caso, tu talento es un veneno.”
¿El resultado? Yoon Hee se unirá a la casa del noble que les prestó dinero. Mamá, sé que estás preocupada por tu hija, pero acaso piensas realmente que esto es lo mejor para ella???
El “benefactor” de su familia termina siendo el Ministro de Guerra, el padre de In Soo y su hermana Ha Hyo Eun (que me parece muy malcriada).
Al hablar con el asqueroso ministro, Yoon Hee se comporta con respeto, y anuncia que viene a agradecer su amabilidad. Eso no es lo que dice la comitiva cargada de cosas que viene detrás tuyo, pero bueno…
Sin embargo, sus palabras amables esconden un hecho, y es que en su “amabilidad” y en el desgraciado hecho de no haberle podido pagar más rápido, las malas lenguas podrían sugerir que hizo todo a propósito para conseguir a una mujer joven por medio de intereses imposibles. Como Yoon Hee no quiere que nadie lo malinterprete de semejante manera, le ofrece todo el dinero que ha logrado recolectar y le pide algo más de tiempo.
El hombre no es idiota y reconoce sus palabras como una amenaza, pero ella le dice que no tiene nada que temer de su parte, sólo de la opinión pública. Cita una estrategia de guerra china, según la cual es mejor evadir toda pelea que ya se sepa perdida. Esto es tanto ella diciendo que “nunca se atrevería, en su humilde posición, a ir en contra de él”, pero también le sugiere que no ‘pelee’ contra la opinión del público, que será mala para su reputación.
Es un comentario inteligente, una prueba más del ingenio y la chispa de Yoon Hee, que hacen que la admire más.
Sorpresivamente, esto sólo lo hace reír, admirado de que una mujer como ella conozca consejos de guerra. El tiro le ha salido por la culata, porque a mi parecer sólo ha logrado que se vea más interesante a sus ojos. En efecto, dice él, será mejor solucionar todo antes que el ojo público caiga sobre el asunto – pero ella no puede pagarle la deuda tan pronto. Riendo, dice que tendrá que hacerla suya. Mandará a por ella en tres días.
Como si esto no fuera suficiente, mientras Yoon Hee regresa a casa, derrotada, un extraño sale de la nada y corre con todo su dinero. Una mujer de acción, Yoon Hee no duda en perseguirlo y exigirle su dinero – lo cual termina siendo una mala idea, pues el ladrón no estaba solo y pronto se ve rodeada por más hombres. Descubrimos que fueron enviados por el Ministro de Guerra, con su noble-lacayo al mando.
Yoon Hee, asustada y consciente de la situación, se arrodilla sobre la tierra y ruega para que le devuelvan su dinero. No tienen la menor intención de hacerlo… por lo que no le queda más opción que hacer algo.
El grito del hombre despierta a un extraño que estaba durmiendo por allí, y éste sale al auxilio de Yoon Hee, lanzando una manzana que tira a uno de sus agresores al piso (ya quisiera yo esa fuerza!)El extraño – quien descubriremos en un futuro es Moon Jae Shin, otro estudiante de Sungkyunkwan – parece un ladrón de poca monta, pero sus habilidades marciales y su rapidez son de temer. No me extrañaría si me dijeran que es un asesino a sueldo, jajaja.
(¿¡Qué tan genial les pareció que se le ocurriera taparle los ojos a Yoon Hee antes de darle el palazo al tipo aquél?!)
Yoon Hee pretende agradecerle efusivamente, pero Jae Shin no está interesado en su gratitud. Es más, le dice que la mejor forma en que puede pagarle lo que ha hecho es jamás volviéndola a ver.
Entonces le da un consejo: “No bajes la cabeza tan fácilmente. Y no te arrodilles frente a cualquiera. Eso se volverá un hábito, y una vez que tengas ese hábito, será difícil de cambiar”.
(Tengo flashbacks a City Hall).
Entre tanto, Sun Joon ha estado intentando encontrar al muchacho que se atrevió a impartir semejantes palabras en sus ropajes, “pues tiene una deuda que pagarle” – y voy a asumir que no de las buenas, precisamente… pero nunca se sabe.
Su padre lo manda a llamar, y no tardamos mucho en ver a quién ha salido. Su padre es el líder del partido político al que pertenecen, la facción Norun – a la cual también pertenecen el Ministro de Guerra que es el padre de In Soon y Hyo Eun –, un hombre respetado, con principios, pero duro y más astuto que su hijo, cuya visión tan idealista de lo que considera justo evita que se de cuenta de en qué momentos sería mejor mantener la boca cerrada.
No por esto digo que sea un buen hombre… es impresión mía nada más, debido en gran parte por los papeles que he visto antes interpretados por él, Kim Gab Soo, pero ahora cada vez que lo veo no puedo evitar sentirme inquieta, incómoda… y siento que hay muchas cosas ocultas bajo la fachada de este personaje.
En el caso puntual, Sun Joon dice que no quiere ocultar sus conocimientos, actuar como si fuera un ignorante cuando no lo es – y su padre le dice que no hay nada malo en preservar su nombre y autoridad, pero que tiene que cuidarse de todos aquellos que están a su lado, esperando a que de el primer paso en falso.
Temo que Sun Joon hará oídos sordos a los consejos de su padre – pero no debería, considerando que en esos mismos momentos In Soo y compañía están buscando un plan para destruir su imagen, y quitarlo del medio. Ohhh, me huelo rivalidad e intrigas políticas dentro de la facción~
Ninguno de los idiotas bufones de In Soo son capaces de pensar en algo que tenga sentido, así que todo el trabajo recae en Yong Ha – quien es deliciosamente maquinador y travieso sin ser 100% malvado, y me encantaaaaaaa.
“Lee Sun Joon? Un método perfecto para él… Hay uno.”
El susodicho va de librería en librería cargando un dibujo de Yoon Hee en versión masculina, hasta que llega a la tienda del Señor Hwang, pero éste mantiene la boca cerrada.
En cuanto se van, Yoon Hee entra en el negocio y le pide ayuda – cualquier trabajo por el cual consiga 100 nyang, “aún si tengo que ir al infierno”. Está desesperada, pero el librero no quiere saber nada de ella; ante esto, Yoon Hee recurre al truco más viejo del libro, y lo amenaza con contarle todo a las autoridades – incluida la participación del Señor Hwang. Ante esto, por supuesto, el hombre empieza a cantar una melodía diferente.
Hay un trabajo para ella, y puede darle 50 nyang por adelantado, pero es extremadamente arriesgado…
Yong Ha, a la espera, ve a Yoon Hee irse de la librería y entra a interrogar al Señor Hwang. El pobre tipo no es nada al lado de nuestro diablillo de ropas amarillas, y con un poco de presión se quiebra.
Lo siguiente que hace es reunirse con Sun Joon y confiarle la información del paradero de Yoon Hee, es decir, cómo “encontrarlo”. Sun Joon, receloso, no puede evitar preguntar por qué está ayudándolo – no tiene razón para hacerlo (y si pensamos que hay un asunto político por allí, esto cobra más importancia… Yong Ha está junto a In Soon, después de todo).
“Ésta es la amistad hacia el colega que pronto estudiará con nosotros. La gran convicción entre hombres, que puede ser reconocida a primera vista. La esperanza de que el deseo de alguien se vuelva realidad… desde un buen corazón.
No deben ser éstas las razones, ¿verdad? ¡Sólo.por.diversión!”
Está interesado en ver qué tan lejos puede llegar Sun Joon – tal y como dice, creo que lo hace para escapar del aburrimiento. Le ofrece un método para llegar a Yoon Hee, pero es peligroso, y requiere un gran sacrificio. “Aún así, ¿estás dispuesto?”
El trabajo secreto de Yoon Hee consiste en contrabandear un libro prohibido a otro contacto. Debido a que el propio gobierno ha prohibido el libro, si la atrapan con él en su posición terminará en cárcel – o peor, muerta.
El punto de encuentro es en el bosque… sin siquiera sospechar que su contacto será Sun Joon.
Hwang le ha dicho que mantenga el mayor nivel de secretismo posible, y no quiere si ver el rostro del hombre misterioso – pero Sun Joon le agarra la muñeca, haciendo que se gire. De inmediato piensa que es todo un truco, un mal trago para desquitarse de lo anterior (además, aún piensa que es Wang – porqué?), así que sale corriendo. Sun Joon la sigue, preguntándole “¿Sabes cuánto tiempo hace que te estoy buscando?”
Ya no sé qué es lo que espera Sun Joon de Yoon Hee – pero tampoco hay tiempo para averiguarlo: los guardias, mandados hasta allí por In Soo, les están pisando los talones. Yoon Hee asume que fue él quien los llamó, y lo abofetea.
Sin tiempo para nada, Sun Joon le arrebata el libro de los brazos (Yoon Hee no queda nada contenta, y reclama que al menos se lo pague), y se enfrenta a los guardias más rápidos – viéndose bastante increíble, hay que decir. Sin embargo son demasiados, así que se da vuelta, empuja a Yoon Hee para sacarla del camino – lo cual pudo ser un gesto muy rudo, como ella lo tomó, o de hecho uno de ayuda – y sale corriendo (despistando a los guardias?)
En ese mismo instante, In Soo y su grupito festeja con acompañantes y mucho licor la caída inminente de Sun Joon. Yong Ha es el único que no se ve muy feliz: esperaba algo más de entretenimiento, y que todo termine tan rápido le resulta demasiado aburrido. In Soo, por su parte, sólo sonríe maquiavélicamente.
De vuelta en el bosque, Yoon Hee se queja en el mismo sitio donde cayó, sin terminar de caer en la gravedad de la situación actual. Entonces, de la nada, Sun Joon aparece y la trae hacia así, encerrándola en un “abrazo de oso”, para esconderse de los guardias que los están buscando, a escasos centímetros de distancia.Los guardias están prácticamente encima de ellos y Sun Joon, con la mirada clavada en los huecos entre las ramas, intenta hacerse lo más pequeño posible – apretando a Yoon Hee contra sí.
Yoon Hee, sumamente nerviosa (y no sólo por los palitos afilados que los amenazan desde el camino, creo yo) trata de poner algo de distancia entre ellos, pero ante esto Sun Joon sólo responde agarrándola con más fuerza.
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Comentarios:
OMG. OMG. No esperé que me fuera a gustar tanto. Tenía mis dudas ante el proyecto, se decían muchas cosas, odio con una pasión de mil infiernos a Boys Over Flowers e iba a llorar si esto, en efecto, terminaba siendo una versión al carbón marca Joseon. Es decir, que intenté que mis expectativas no fueran muy altas.
Pero vaya, ahora sí que estoy más que emocionada. Mientras escribo espío partes del siguiente episodio, y gente, les cuento que nos han engañado: por mucho que nos hayan querido vender el drama como una comedia universitaria, el F4 del Joseon o lo que quieran, tiene potencial para ser mucho más. ¿Y qué me dicen de las actuaciones?
Micky Yoochun todavía está algo verde – no tiene mucho rango en sus expresiones faciales – pero el personaje le viene justo al dedo y creo que va a ser una gran combinación. Me encanta su personaje, Sun Joon, y ese aire de… desconectado del mundo real que tiene, como noble idealista que posee muchos conocimientos “teóricos”, pero no prácticos.
Park Min Young me dio una gran sorpresa como Yoon Hee. Pensé queSungkyunkwan Scandal sería la versión no-tan-seria de Painter of the Wind, y si bien definitivamente tienen aires diferentes, comparten varios aspectos que me gustan mucho – un gran bonus en mi libreta, jajaja.
Song Joong Ki… me encanta. Sabía que era un buen actor, pero hasta ahora estaba acostumbrada a verlo en papeles donde siempre era el chico “corazón de oro”, así que el rol de Yong Ha, este hombre hedonista, astuto y que parece capaz de hacer lo que sea para divertirse me resulta fascinante. Además, su cara “inocente” proporciona un contraste de lo más interesante.
No hemos visto mucho de Yoo Ah In, y tampoco lo conozco de trabajos previos, pero las pocas escenas que tuvo las dominó al instante. Tiene mucho carisma, y no puedo evitar preguntarme cuál es la historia detrás de su misterioso personaje, Jae Shin.
Me han comprado. Definitivamente. No puedo esperar al siguiente.
¿Qué me dicen?
(…Escribí mucho…?)