Citas 101: Por qué vale la pena [Parte 3]

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Recuerdan la serie de Citas 101? Ha pasado un tiempo desde la última entrega. No sabía cuándo me tocaría volver a hablar de esto, si es que alguna vez lo hacía – pero la amabilísima I’m No Picasso me redirigió a una entrada que yo había creído perdida en el gigantesco bosque que tan a menudo puede terminar siendo internet.

Así que, en una continuación directa de el “primer capítulo” de Citas 101: El Hombre de Corea, les traigo algunas de las características favoritas de I’m No Picasso cuando a hombres coreanos se refiere.

Otra para las chicas! xD

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CITAS 101 - [Parte 3]

1) Mensajitos del Infierno: La Otra Cara.
Los quinientos mil mensajitos al día son agotadores y no les veo el sentido – pero no están allí sólo para aparentar. Pueden resultar tan molestos como adorables y conmovedores y, según me cuentan, cuando una deja de salir con un coreano la ausencia de mensajitos se hace sentir mucho, y duele.

Jamás he tenido una sola cita en Corea en la cual no reciba una llamada o un mensaje de texto incluso antes de que mi taxi llegue a casa, preguntándome si he llegado bien, agradeciendo mi tiempo y deseándome buenas noches. Al principio me confundía a rabiar, pero ahora me he acostumbrado, y me gusta.”

2) La Barrera del Lenguaje.
En la entrega anterior de Citas 101, La Relación (ahora miro atrás y pienso que debería haberla llamado “Problemas”, o algo similar), evité hablar del gran obstáculo que representa intentar comunicarse en dos idiomas diferentes, porque esto es algo que sucede en cualquier pareja bilingüe y quería ceñirme a lo estrictamente coreano, pero he recapacitado y creo que no sería tan mala idea.

won-bin4Como todos saben, la clave para una buena relación es la comunicación. Y si comunicarse es difícil, pues… la relación no será muy feliz. Seguro, hay excepciones y uno puede aprender a comunicarse a su propia manera – conozco a una puertorriqueña felizmente casada en Corea, y con su esposo estuvieron un año charlando en una extraña mezcla de coreano para niños, inglés y español (su esposo siendo el que sabía más español) –,  pero es todo un desafío evitar los malentendidos y las complicaciones cuando no se maneja un idioma en común. Uno puede ser la persona más inteligente del mundo, pero de acuerdo a sus conocimientos en el lenguaje extranjero, podría parecer igual o más tonto que un niño. Además, en una situación como tal, es obvio que quien posea un mejor manejo del idioma también poseerá el mayor control en la situación – y los hombres de todo el mundo, por regla general, no están cómodos con que una mujer tenga el control.

Ahora bien. Hay algo fascinante respecto a las lenguas, y es que, con el paso del tiempo, la conducta de la sociedad y la cultura alteran el significado original de una palabra, cargándolo de connotaciones positivas o negativas. 

Modismos, regionalismos, frases armadas, refranes… son todas cosas que carecen de significado para alguien que está aprendiendo una segunda (o tercera) lengua. Aquél que habla en un idioma con el que no está familiarizado lo hace libre del esqueleto de ese idioma, de la carga de connotaciones, de las limitaciones que la sociedad le ha impuesto. Así, de la misma forma en que a veces un niño nos deja completamente sorprendidos ante una idea o una oración que dicen, la cual jamás se nos hubiera ocurrido – los hablantes de otra lengua, al esforzarse por compartir una idea o sentimiento, a menudo hacen uso de este otro idioma de una manera mucho más honesta, simple y original. Algunos incluso dirían que es peligroso, porque mientras que en un idioma que manejas bien es posible escudarte tras tus palabras y “protegerte”, esto no es fácil en otro, y tu alma, tu forma de ser y pensar queda vulnerable, “al desnudo”.

3) El Ideal Coreano de Masculinidad.
Muchísimos hombres occidentales se divierten burlándose de esto, ¿no es así? Y está bien. Cada cual tiene derecho a su propia opinión. Lo que estos individuos en particular se niegan a ver es que un montón de mujeres estamos realmente felices de alejarnos del estereotipo de “Macho”. Me gusta que los coreanos no tienen miedo de acurrucarse y ser cercanos a sus ‘amigotes’. Me gusta que no tengan miedo de ser o de actuar tiernos. Me gusta esta tendencia que tienen, que de tanto en tanto se les ocurre este pensamiento raro y caprichoso y simplemente lo dicen en voz alta, sin miedo a ser percibidos como pretensiosos o, “Dios no lo quiera”, gay. Me gusta que se vean realmente entusiasmados cuando llega la comida, porque se ve linda, y quieran sacar una foto.

También me gusta el hecho de que pueden girarse en un instante y desafiar a un amigo a una pulseada justo ahí en la mesa para ver quién manda. Que exclamen y se griten de esa manera en que sólo un hombre coreano puede oírse. Que respondan a cualquier cumplido respecto a cuán grandes, fuertes, altos son tal y como si les acabaras de dar el mayor regalo de Navidad en toda su vida.
Me gustan ambos lados. Me gusta que los dos estén presentes y visibles.”

4) Nada de “…y ahora qué somos…?”
Esto puede ser bueno o malo, dependiendo de cómo se lo mire. Tampoco sé mucho del tema así que no tomen lo que digo como una verdad universal.

Los coreanos, en general, delimitan sus relaciones desde el principio. Así bien, cuando conocen a alguien nuevo, hay un periodo particular en el cual se “miden” uno al otro, conociéndose, y terminan categorizando la relación entre una de conocidos, amigos, etc. Cuando una mujer conoce a un hombre que le interesa (o viceversa), tienen que evitar caer en la categoría de “amigos”, porque entonces será muy difícil – sino imposible – salir de allí. ¿Conocen la frase “amistad entre el hombre y la mujer es sólo un mito”? Pues aquí es algo así.

Si un hombre está interesado en una mujer, en general no podrán pegas en demostrarlo. No son realmente buenos en ser “sólo amigos”. Para ellos, para la cultural coreana, así es como tiene que ser. Si están saliendo – están saliendo. No existen las vueltas y los bailes alrededor del hecho, tan populares en las series americanas.

5) Muestras de afecto públicas – o mejor dicho, falta de.
Francamente no me molesta ver a una pareja actuar como una pareja en la calle. Hay demasiado de eso donde vivo como para no haberme acostumbrado – aunque de vez en cuando causa pudor cuando la mirada se desvía, distraída, y cae sobre dos personas ocupadas en el arte de arrancarle las amígdalas al otro. Pero sé que yo no podría actuar así, con otras personas mirando, porque lo que hacemos entre mi novio y yo es privado.

Y así es en Corea. Ohh, sí, cómo nos molesta no ver un poquito más de skinship en los dramas… aún así, si les digo la verdad, siempre he apreciado que las conversaciones delicadas, los abrazos, besos, etc. sucedan en un lugar donde estén sólo ellos dos, en la mayoría de los casos.

Realmente aprecio el no tener que meterme en discusiones idiotas respecto a porqué estoy “avergonzada” de él sólo porque no quiero su mano en mi trasero en medio de la calle.”


6) Un tiempo para todo.
Los hombres son hombres, primero que nada, antes de cualquier nacionalidad que les adhieras.  Dependiendo de cómo y dónde los conozcas, te encontrarás con una actitud diferente. Sin embargo, en general, nos damos con que en Corea, los noviazgos se toman mucho más tiempo que en occidente. Cada etapa es importante. Los hombres son más “lentos”, en lo que a contacto físico se refiere. 

No existe la presión de correr a un hotel para dejar en claro que estamos interesados, y después tratar de arreglar el lío. Puedes tomarte tu tiempo, y no es un problema. De hecho, es lo esperado. Me gusta eso. (…) Me gusta que en Corea, el primer beso a veces llegue aún más tarde de lo que llega la “primera noche” en USA.”

7) Mírame sólo a mí.
Llámennos princesas, no me importa – pero I’m No Picasso y yo compartimos un gusto que, bueno, de hecho estoy segura es común a todas las mujeres.

Es el día de la cita. Una, neurótica como es, se pasa horas arreglándose de antemano, para estar perfecta. Nos pasa a buscar él, o nos encontramos en algún lugar. Todo está bien, romántico, risas, chistes, contamos qué hicimos en nuestro día… y entonces los ojos del muchacho se desvían a la pantalla del televisor del bar/restaurante donde están pasando un partido de fútbol. O empiezan a hablar de algo sin darse cuenta que, a pesar de nuestro mejor esfuerzo, no nos resulta interesante.

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Si no me interesa la pelota -
no me interesa la pelota.
Esto no pasa en Corea. En una cita, los hombres prestan atención a sus compañeras. 

Los chicos coreanos no van a dejar que sus citas se vean aburridas. De hecho, rara vez dejarán de prestar toda su atención sobre ellas, por la noche entera. Son fantásticos en mantener una conversación divertida, haciendo que rías – incluso sacando trucos de magia en un momento aburrido sólo para entretenerte.Te llenarán el vaso de nuevo incluso antes de que se vacíe, notarán si estás temblando o si la silla es incómoda, e intentarán arreglar la situación. No van a ponerse a mirar a otras chicas, y ciertamente no se pondrán a hablar entre sí, ignorando a las compañeras con las que vinieron.”



8) Presencia.
…Los coreanos se visten bien. Eso es un hecho. Más allá de ser guapos o no,  más allá de la estatura, más allá de la fijación con la cirugía estética y todo eso, sabemos que se preocupan y cuidan de su apariencia física – sin que ello les quite un ápice de masculinidad. Ya nos gustaría que los muchachos de nuestros países prestaran un poquito más de atención, verdad?

Sólo por decir una cosa: en general, ningún hombre coreano va a ir a una cita con cara de recién levantado y las mismas ropas del día anterior.

10) La Familia Importa.
Los que vemos dramas, estamos acostumbrados a que la familia de alguno de los protagonistas sea utilizada como una herramienta más para separar, obstaculizar el final feliz de la pareja principal. Afortunadamente ese no es el caso en la vida real. Así pues, si no consideramos a la familia como el instrumento malévolo del mal – la gran importancia que tiene en la vida de una persona es, de hecho, algo bueno.

Yo amo a mi familia. Tengo la suerte de estar rodeada de personas grandiosas, por las que sacrificaría cualquier cosa. Cuando ese conozco a alguien nuevo y comparte esta opinión respecto a su propia familia, me siento feliz, porque ambos le damos igual importancia.

Sí. Me canso de escuchar ‘Hoy no puedo salir porque tengo que quedarme junto a mi madre’. No me gusta que un hombre adulto tenga que regresar a casa antes de cierta hora porque así lo ha convenido, como un adolescente. Pero al final del día, aprecio a un hombre que tiene mis mismos valores respecto a la familia. Cuando veo a un hombre dejando de lado sus propios intereses para cuidar de su familia, siento que realmente estoy viendo a Un Hombre. Sabe lo que es valorar las necesidades de alguien más por sobre sus gustos, y lo que es considerar a otros a la hora de tomar decisiones. Y eso es extremadamente importante a la hora de considerar una relación seria.

En general, debido al aspecto “comunal” de la sociedad de Corea, he encontrado que los hombres están mucho más dispuestos a escuchar tu punto de vista, o incluso a aceptar cosas que ni siquiera entienden, porque ven que de alguna forma te está haciendo sentir incómoda, o infeliz. En la sociedad coreana, preservar la armonía del grupo viene primero, antes que todo – hasta, en algunos casos, sentido común o la propia razón. Y, mientras que sigo luchando con este concepto al ser americana, aprecio que esto signifique que uno no siempre tiene que estar de acuerdo con el otro o sentir lo mismo que tú para tomar tus sentimientos en cuenta. Lo que importa no es tanto porqué te sientes como te sientes, o si debes sentirte así o no, sino que es ‘qué puedo hacer para que no sigas sintiéndote así’. Eso es algo que siempre he tenido dificultad en encontrar en un compañero – algo que tengo dificultad en desarrollar en mí misma. Me gusta que casi viene ‘pre-instalado’ en la mentalidad coreana, gracias a su cultura.”


10) Gentileza.
De acuerdo. No soy ninguna damisela en peligro. Un hombre occidental me dará un vistazo, y se dará cuenta que no soy alguien que quiera o necesite que otra persona levante ni un dedo para ‘cuidar de mí’. Y puedo llegar a volverme loca de irritación por la forma en que esto simplemente pasa desapercibido entre los hombres coreanos. Para ellos, soy una mujer. Y las mujeres son frágiles y necesitan ser cuidadas con gentileza. Lo cual realmente me molestó los primeros meses que viví aquí.

Pero, cuando se trata de esos pocos momentos en la vida, a veces es agradable que no registren mi apariencia externa. Cuando un hombre mira abajo y nota que, en un día frío no estoy usando más que unas calzas finas, e inmediatamente vez que su rostro se marca de preocupación, y que automáticamente se mueve para cubrir tus piernas con su chaqueta, sin siquiera darse cuenta que ya te estás alejando. Cuando supera su propia inseguridad respecto al contacto físico con el sexo opuesto para ofrecerte su brazo en una vereda congelada, porque ve que te tambaleaste un poco y está preocupado de que te caigas. Cuando se ve absolutamente horrorizado al notar que estás entrando con una pesada caja en los brazos, y en el apuro de levantarse para ayudarte se termina golpeando con una silla. Esos momentos pueden ser… agradables.

Y también se traslada al aspecto emocional de las cosas. En donde tus amigos occidentales pueden aceptar tu apariencia masculina en tiempos difíciles, palmearte la espalda, decirte que te esfuerces y ofrecerte una cerveza, los hombres coreanos probablemente sólo vean a una chica que está pasando un mal momento. Aprecio ambos apoyos por igual. Es sólo lindo tener la opción. Incluso si también significa que tiene sus momentos exasperantes.”

Así que, ya ven :) No todo es tan terrible. Como en todos lados, hay problemas y obstáculos para resolver  - pero, y bajo riesgo de sonar demasiado cursi, si hay amor, todo vale la pena.

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